domingo, 7 de diciembre de 2008


Me duele hasta la punta de las venas.

En la frente de todos ellos yo no veo más que la mano con que mataron a lo que era mío.

¿Tú me ves a mí?

¿No te parezco loca?

Pues es loca de no haber gritado todo lo que mi pecho necesita.

Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos.

Pero me llevan a los muertos y hay que callar.

Luego la gente critica.

Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo.

Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años.

Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle.

Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua.

Porque era mía.

Tú no sabes lo que es eso.

En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra empapada por ella.

Mi hijo es ya un brazado de flores secas.

Mi hijo es ya una voz oscura detrás de los montes.


TÚ NO SABES LO QUE ES ESO.